viernes, 30 de noviembre de 2012

Todos hemos abusado

Ante la conducta “sicopática” de la humanidad frente al manejo noticioso de las últimas semanas. Los “personajes” afectados por acusaciones de abusos –culpables e inocentes-, de una u otra forma, han sido lideres que influyen en los cambios sociales de la población.
Esto evidenciado en la propuesta educacional de las personas -elevada desde el curriculum como intento de comunicar principios esenciales para la critica social, enfocada en la practica de vida- (Stenhouse, 1975).  
Las relaciones de poder y admiración entre las personas, son comportamientos que desvirtúan el sentido de confianza entre las personas. Estas, desvirtúan claramente el consentimiento de actitudes impropias.
El concepto  -abuso- adorna nuestras vidas “pues amenaza, engaña, seduce y confunde”, con o sin autorización consciente donde uno somete al otro. En el “acto”, se pretende dominar y poseer a la persona a través de la confianza, SCHWAB (1969). Por ejemplo el empresario Horst Paulmann, señalo en una entrevista que, no es necesario dar feriados a las personas, pues la vida en familia se disfruta en el Mall. Eso, también es abuso.
Lo anterior refleja que la actitud –explícita o implícita-, establece confianza en la cercanía de una relación afectiva que rompe los límites, estableciendo relación confusa, en un mundo afectivo y vivencial. Lo que en estos casos no encuentra en personas que estima.
Los efectos que produce la confianza desvirtuada son, agresión expresada en áreas vividas como suceso traumático, y por ello se intenta olvidar. Pero todo suceso traumático, “olvidado”, tiende a expresarse desde un impulso a la repetición –tomado como “normal”- quien de manera activa, violenta abusa de otros. Donde al mismo tiempo, se defiende de una agresión sexual herida, vivida como amenaza, y que no se puede controlar, pues dentro de la lógica, afecta el compromisos con el otro.
Aclaremos que el abuso sexual no sólo es agresión física. Abarca desde el contacto físico, hasta la ausencia de contacto.  Puede darse prolongado en el tiempo, en hechos aislados y/o puntuales. Puede suceder en el seno de una familia, de una institución, y sus consecuencias serán más graves cuanto mayor sea la implicación afectiva frente a la autoridad simbólica inter relacional en la duración temporal.
La relación, desemboca en indicios o señales a tener en cuenta, pues cuanto antes se detecte el problema subyacente, antes se podrán buscar las ayudas necesarias.  Con frecuencia los “juegos” terminan con una mezcla de rabia y dolor: pues los encargados se preguntan, ”¿Cómo nadie se dio cuenta que algo me pasaba?, ¿que si era rebelde, no comía, me orinaba, debía ser por algo?

Pues bien, estos son los indicios más frecuentes:
  • Sin causa aparente, aparecen cambios repentinos en el apetito, control de esfínteres.   
  • Dificultades de atención, concentración, memoria.
  • Estado de hipervigilancia y alerta.
  • Fuerte nerviosismo cuando aparece una persona.
  • Tristeza, depresión, ansiedad.
  • Dificultades y miedos al ir a dormir. Pesadillas intensas.
  • Retraimiento social.
  • No cambiarse de ropa ante otros.
  • Rechazo del propio cuerpo.
Conviene prestar atención cuando un individuo presenta demasiada admiración hacia un adulto, con el que suele verse a solas, y con el que mantiene una relación asimétrica, valiéndose de la ceguera de los otros.
Recordar que los indicios son indicadores que algo va mal y los padres o personas de su entorno deben buscar la respuesta por muy dura que sea.  
La incoherencia del trastorno social que involucra las expectativas de relaciones entre los seres humanos y nuestra propia responsabilidad de los personajes que estamos construyendo. La conciencia de un inconsciente sector productivo que alerta la globalización aislada en el trabajo y el hogar,, desde la pertenencia desbocada de la comunicación por celular a la poca emotividad de los sucesos acaecidos en la Chilenidad cotidiana. El país necesita aire nuevo y visionario.
Con altas cifras macroeconómicas, los economistas más reductivistas, deben asumir la humildad y reconocer que no bastan buenas cifras, pues lo que nos da identidad y promueve orgullo no nació porque alguien pensó desde una calculadora. Sino de un espíritu, de una verdad, que trajo Bello, Mackenna, Portales, Lastarria, que pusieron todo el amor del conocimiento de lo nuestro.
Por eso, la decadencia es la perdida de convicciones, de la virtud (y especialmente la virtud republicana), de la coherencia. Y en todos esos dominios sí que podemos hablar de un sostenido y sistemático proceso de decadencia en curso. Ni la convicción ni la virtud ni la coherencia se pueden medir con indicadores matemáticos. Tampoco se pueden adquirir de la noche a la mañana: las convicciones no se improvisan, no se venden ni se compran.
Hace unos días, en un evento al que asistían altas autoridades y empresarios, escuché a alguien decir de pasada: "Es que todos tenemos nuestro precio". ¡Qué frase tan reveladora! La idea de que todos tenemos un precio se ha instalado en EL sentido común. Ésa es la música que han venido escuchando desde la cuna las nuevas generaciones en estos años. ¿Cómo quejarnos después de la desconfianza y la sospecha cunda entre nosotros, cínicos de alabanzas en las espaldas de quienes te dan lo que cae de sus mesas?
Eso, nos puede llevar a la ruina. Y la ruina moral, antesala de la ruina política, puede ser mucho más grave que la ruina económica de un país. Pues un país puede levantarse de esta última o de una catástrofe natural, como una energía colectiva que nace de visiones y anhelos compartidos que despliega lo mejor de cada individuo. Pero de una ruina moral no se "sale" fácil.
Sí, es verdad, las cifras macroeconómicas parecen indicar que Chile está mejor que nunca. Pero que miles de jóvenes salieran una vez más a las calles, y que sientan el abismo que separa de la clase dirigente, sumado a la ausencia de liderazgos y falta de un proyecto consistente y visionario para el Chile de las próximas décadas, no parecen augurar nada bueno en el horizonte.
¿Qué hacer? ¿Sólo basta seguir creciendo? ¿Y hacia dónde? El Muro de Berlín no se cayó sólo por razones económicas o políticas. Se cayó porque la podredumbre interior minó las bases que sostenían sus frágiles ladrillos. Hay que mirar la calidad de las fundaciones sobre las que están parados los países.
Tal vez necesitamos una refundación desde el espíritu y desde las ideas. La primera tarea de los días que vienen es una revolución moral (no moralista) de la política. Gestos y declaraciones que nazcan de una verdad y no de un cálculo. Proyectos y líderes auténticos (no fabricados desde el marketing o desde la inercia de los acontecimientos), que movilicen a nuestros jóvenes con todo su ímpetu y fe detrás de ideas y acciones coherentes con esas ideas. Porque la decadencia comienza cuando ya no hay nadie a quien admirar.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

QUE VUELVA EL 18...

Dr. © Rodrigo Berrios Rojas
Grandes fiestas se han producido en Talca, y este año no fue la excepción. Acompañó el clima, y las ramadas estaban colmadas de abejas que como a la miel, absorbían los sabores de la culinaria y extravagante festividad.
Ya no se escuchaba Reggaetón, Kpop, u otro ritual de moda –que como todas ellas, pasan sin dejar huella-, solo existía un hálito primaveral en el ambiente.
Sin embargo y pese a las parrilladas de alcohol que “recuerdan no hacerlo nunca más”, la posibilidad que esto se repita no es remota, pues como buen Chileno, todos los días hay algo que celebrar en nuestro país. Ya sea un cumpleaños, despedida, inauguración, y hasta el ultimo capitulo de un reality.
Sin embargo, no podemos estar todo el año de “parranda cuequera”, como creía alguien en Rio de Janeiro, Brasil. Pues desde la identidad nacional, ellos disfrutan de la samba todo el año.  
Y a propósito de “identidad nacional”, ¿Dónde quedó la misma reconocida en el colegio o el “taco” de cada día?, ¿Que paso con la pasión genuina por lo nuestro?, ¿Es verdad que el espacio público se ha destrozado y desaparecido como una canción ganadora del Festival de Viña?, ¿O ha quedado en esa enarbolada selección que cuando gana “somos” buenos, y cuando pierde “son” malos?
De a poco, hemos ido remplazando nuestra identidad en un curioso engendro de colusiones apocalípticas y criticas frente a lo “demencial del feriado largo” para la economía del país. Rematando un aguinaldo al mejor postor sin pensar en la familia. Esa misma que festeja un asado y celebra la única vez que se reúne para luego “hablar” de los otros como si nunca estuvieran a la altura del festín. –que no pagó la cuota, se comió y tomó todo, que estuvo igual con ella o el, entre otras- 
Que feriado mas largo, comido y tomado se escuchó como conclusión este año. ¿Pero que pasó realmente, donde quedó esa “lealtad” de ser Chileno?, ¿se camufló con las casas coludidas en Banderas y “libertad” para tolerancia cero alcohol de Johnny Herrera, Cristian Bogado –por mencionar algunos-.  
Una “lealtad a nuestra Identidad globalizada”, cuya influencia perjudica lo natural de nuestro pueblo. ¿Qué hacer como docentes para mantener las tradiciones?. 
En Chile, cada cierto tiempo hay “modas” de influencia marcada en lo exterior. Ya fue el Axe, y ahora el “sushi” invitado es la iluminación patriótica de la oscura alameda virtual, que embelesa la amargura siniestra de pocos afortunados en sus ganancias para un rodeo de matanza, cuya identidad fue el “Roto Chileno”. Este que peleo por la libertad de una empanada y firma que vendía el país.
Pero eso no lo cuentan en sala de clases. ¿Por qué?. Bien, la respuesta es compleja, el curriculum es polisémica y de múltiples definiciones como posturas teóricas que dan variadas interpretaciones (Kemmis, 2003). Estos modelos, pertenecen a un desarrollo profundo en la historia del pensamiento y la pedagogía, pues en lo práctico, es posible llenar el espacio de visión deliberativo del diseño curricular. Que se inspira en el pragmatismo filosófico y pedagógico de Dewey, en la epistemología genética de Piaget, en la psicología cognitiva y desarrollo del pensamiento moral de Kohlberg.

Pero nadie pensó en ello, pues en el “taco infernal del cerro”, las cabezas estaban ocupadas con Twitter o Facebook, que en el paso de vida serán irrelevantes pensando en la colegiatura. Cabezas han sido y serán aderezadas para reorientar ausencia práctica que acoge “saberes” –conceptual, procedimental, actitudinal-,  de una “pedagogía industrializada” que obtiene la articulación entre educación y sociedad, manifestando herencia inmóvil de escuelas sin identidad para el discurso pedagógico.

Entre chicha y empanada el concepto currículum aparece moldeado por una historia de poco impacto nacional. Donde su teoría se desvanece en la conciliación globalizadora del señor “corales” que no logra plasmar en 45 “trompos” su práctica.  
Cada enfoque, obedece a una teoría curricular determinada en una idea de educación entre hombre y sociedad; ésta, debe responder a la metateoría en términos de enfatizar historicidad del concepto frente a la importancia de promover una menospreciada reflexión para la educación actual (Kemmis, 1993).
En ella, urge resaltar el sentido de acción comunicativa desde la filosofía práctica como expresión moral y ética, que se verá reflejada en la identidad que nos vio “renacer” en manos de Carrera, Lautaro, Aguirre Cerda, Mackenna, y otros tantos.
Más de alguien debe estar pensando que la teoría es una cosa y la práctica otra. Sin embargo, se contradice con las reflexiones sobre la práctica y su proceso de evaluación catatónica reflejada en las manifestaciones sordas por una educación gratuita.
Que planteo específicamente:
“las teorías representan funciones y modelos de selección arbitraria que influyen en las decisiones de los profesores, adaptado e interpretado por un profesional que resalta la cobertura racional y mediada entre el pensamiento y acción pedagógica” (Sacristán, 2000). Esto no refleja la realidad compleja, pues la primera osmosis del profesor es otro profesor como agente transformador del cambio cultural. (Capital cultural y simbólico de los profesionales).
Esto último, se ve fulgurado en la identidad del establecimiento y la realidad de los jóvenes. Pues somos utilizados para caer en la “trituradora” del pensamiento creativo.
En este caso, no será posible lograr identidad mientras se bloquee “El contenido de nuestros pensamientos que reflejan nuestro contexto social y cultural…..que al mismo tiempo, refleja nuestras reconstrucciones sobre el mundo….y se relacionan para intervenir en nuestras acciones….de esta forma, se podrá cambiar la condición objetiva del contexto social y cultural” (Lundgren, 2005). En palabras más sencillas, vivir lo nuestro.
Pero queda al debe que lo nuestro es asimilado con lentitud en las salas de clase. Y no por criticar lo que sucede, sino mas por que los cambios en la naturaleza curricular, son lentas de asumir. Haciendo similitud con la naturaleza de la ciencia y la tecnología que produce información al alcance del dedo.
Esa brecha generacional entre quienes vimos la importancia de la Fecha en Septiembre y quienes aspiran a tener un feriado largo en un lapsus desechable, inspira la decadencia identitaria de lo nuestro. Esa misma que creció en el campo con la rebelión ante el latifundista que aun perdura. Esa identidad nueva de Mall.   
No es una critica al Profesor ni a la acción globalizadora, sino a nosotros como consumidores de la identidad nacional. Pues:
No existirá identidad mientras no se cambie la forma de ver y analizar el fondo clásico entre “EMISOR - MENSAJE - RECEPTOR”. Pues el primero y el último ya no son participantes activos y responsables del mensaje.
Ahora, y en la situación, viene el día de todos los santos. Transformado en Halloween y mal entendida por los herederos que capitalizaron dicha fiesta en la obtención de ganancias con pasividad mental.
Pero en fin, esto no es para desgarrar vestiduras. Más bien, es para tomar un descanso y sentir lo variado de nuestra zona en lo largo de nuestro hermoso y dispendioso país.